¿Con cuantos de los siguientes enunciados sobre el suicidio estás de acuerdo?
Hagamos un pequeño experimento, señálalos como verdadero si estás de acuerdo, y como falso si estás en desacuerdo:
El que se quiere matar no lo dice.
El que dice que se quiere suicidar no lo hace.
Quienes intentan el suicidio no desean morir, sólo están desafiando a los demás.
Quienes amenazan con suicidarse no se suicidan, sólo quieren llamar la atención.
El suicidio es siempre impulsivo y ocurre sin advertencia.
Los suicidas de verdad están decididos a matarse.
Si alguien sobrevive a un intento de suicidio o supera una crisis suicida está fuera de peligro.
Las tendencias suicidas son siempre hereditarias.
Las personas que se suicidan o lo intentan siempre tienen un trastorno mental.
Si se reta a un suicida, no lo lleva a cabo.
Al hablar sobre el suicidio con una persona con ideación suicida se le puede incitar a que lo lleve a cabo.
Los suicidas son individuos peligrosos, pues igual que intentan atentar contra su propia vida lo pueden hacer igualmente contra la de los demás.
Cuando una depresión grave mejora ya no hay riesgo de suicidio.
Suicidarse es un acto de cobardía.
Acercarse a una persona con crisis suicida sin la debida preparación, contando solo con el sentido común, es perjudicial y se pierde el tiempo para un abordaje adecuado.
¿Lo has tenido claro? ¿Has dudado en muchas? ¿Te pueden ayudar estas creencias en caso de que tuvieras que enfrentarte a alguien que puede estar dando muestras de la posibilidad de un intento de suicidio? ¿O todo lo contrario, pueden impedir que la posibilidad de ayuda se vea menoscabada desde el principio?
Todos estos enunciados, en total 15, son mitos o falsas creencias sobre el suicidio.
Sobre el suicidio y los comportamientos suicidas existen demasiadas creencias erróneas basadas en juicios de valor y creencias populares de contenido moral, muchas de ellas con una base religiosa, que se contradicen con lo que los estudios científicos aportan sobre este comportamiento. Muchas de estas creencias, al margen de factores sociales y culturales, probablemente también tengan un argumento explicativo en los mecanismos psicológicos de defensa que ponemos en marcha para hacer frente a la angustia que genera una realidad que nos aterra, que en muchas ocasiones aparece como un fenómeno que a priori parece inexplicable, y que puede afectar tanto a las personas que nos rodean como a nosotros mismos si se dan determinadas circunstancias de precariedad y vulnerabilidad vital.
Alejandro Rocamora Bonilla, Psiquiatra y Vicepresidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS), nos plantea en un interesante artículo –consultar fuente original– una relación de algunos de los mitos más comunes sobre el suicidio según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2006), y aborda la mayoría de ellos indicando la consecuencia negativa de la creencia a la hora de poder ofrecer una ayuda útil, y a continuación nos ofrece en todos el criterio científico que desmonta la creencia y que nos da una visión más adecuada de esta realidad psíquica que puede prevenir y/o facilitar una ayuda real.
Mito 1: El que se quiere matar no lo dice
Consecuencia negativa de este mito: Conduce a no prestar atención a las personas que manifiestan sus ideas suicidas o amenazan con suicidarse.
Criterio científico: De cada diez personas que se suicidan nueve de ellas manifestaron claramente sus propósitos y la otra dejó entrever sus intenciones de acabar con su vida.
Mito 2: El que dice que se quiere suicidar no lo hace
Consecuencia negativa de este mito: Lleva a minimizar las amenazas suicidas, que pueden ser consideradas erróneamente como chantajes, manipulaciones, alardes, etc.
Criterio científico: Prácticamente todos aquellos que se suicidan expresaron de alguna manera, con palabras, amenazas, gestos o cambios de conducta, lo que ocurriría.
Mito 3: Quienes intentan el suicidio no desean morir, sólo están desafiando a los demás
Consecuencia negativa de este mito: Condiciona una actitud de rechazo a quienes atentan contra su vida, lo cual entorpece la ayuda que estos individuos necesitan.
Criterio científico: Aunque no todos los que intentan el suicidio desean morir, es un error tildarlos de desafiantes, pues son personas a las cuales les han fracasado sus mecanismos útiles de adaptación y no encuentran alternativas, excepto el atentar contra su vida.
Mito 4: Quienes amenazan con suicidarse no se suicidan, sólo quieren llamar la atención
Criterio científico: En general cualquier persona, y especialmente los profesionales de la salud, deben tomar todas las precauciones posibles al confrontar a una persona que habla acerca de ideas, planes o intenciones suicidas. Todas las amenazas de daño a sí mismo se deben tomar muy en serio.
Mito 5: El suicidio es siempre impulsivo y ocurre sin advertencia
Criterio científico: El suicidio puede parecer impulsivo, pero puede haber sido considerado durante algún tiempo. Muchos suicidas dan algún tipo de indicación verbal o conductual acerca de sus intenciones de hacerse daño.
Mito 6: Los suicidas de verdad están decididos a matarse
Criterio científico: La mayoría de las personas con ideas suicidas comunican sus pensamientos, por lo menos, a una persona, o llaman a una línea telefónica de crisis o se lo verbalizan al psicólogo o al psiquiatra, lo cual es prueba de ambivalencia, no de intención irrevocable de matarse.
Mito 7: Si alguien sobrevive a un intento de suicidio o supera una crisis suicida está fuera de peligro
Criterio científico: En realidad, uno de los momentos más peligrosos es inmediatamente después de la crisis suicida o cuando la persona está en el hospital después de un intento de suicidio. La semana después del alta es cuando la persona está particularmente frágil y en peligro de hacerse daño. Puesto que el comportamiento pasado es pronóstico de comportamiento futuro, el suicida sigue estando en situación de riesgo.
Mito 8: Las tendencias suicidas son siempre hereditarias
Criterio científico: No todo suicidio se puede relacionar con la herencia, y los estudios concluyentes son limitados. Sin embargo, el historial familiar de suicidio es un factor de riesgo importante de comportamiento suicida, particularmente en familias en que la depresión es común.
Mito 9: Las personas que se suicidan o lo intentan siempre tienen un trastorno mental
Criterio científico: Los comportamientos suicidas se han asociado con depresión, abuso de sustancias, esquizofrenia y otros trastornos mentales, además de comportamientos destructivos y agresivos. Sin embargo, esta asociación no se debe sobrestimar. El suicidio no es una enfermedad mental. No se debe confundir enfermedad mental y suicidio. La proporción relativa de estos trastornos varía en distintos sitios y hay casos en que no había ningún trastorno mental evidente.
Mito 10: Si se reta a un suicida, no lo lleva a cabo
Consecuencia negativa de este mito: Medir fuerzas con el sujeto en crisis suicida, desconociendo el peligro que significa su vulnerabilidad.
Criterio científico: Retar al suicida es un acto irresponsable, pues se está frente a una persona vulnerable en situación de crisis cuyos mecanismos de adaptación han fracasado, predominando precisamente los deseos de autodestruirse.
Mito 11: Al hablar sobre el suicidio con una persona con ideación suicida se le puede incitar a que lo lleve a cabo
Consecuencia negativa de este mito: Infunde temor para abordar la temática del suicidio en quienes están en riesgo de cometerlo.
Criterio científico: Está demostrado que hablar sobre el suicidio con una persona en tal riesgo en vez de incitar, provocar o introducir en su cabeza esa idea, reduce el peligro de cometerlo y puede ser la única posibilidad que ofrezca el sujeto para el análisis de sus propósitos autodestructivos.
Mito 12: Los suicidas son individuos peligrosos, pues igual que intentan atentar contra su propia vida lo pueden hacer igualmente contra la de los demás
Consecuencia negativa de este mito: Generar temor a tratar a este tipo de personas.
Criterio científico: El homicidio es un acto que habitualmente no se acompaña de suicidio en quienes lo realizan, por tratarse en la inmensa mayoría de los casos de un acto heteroagresivo. El suicidio, por lo general, es un acto autoagresivo, en el que los impulsos destructivos el sujeto los vierte contra sí mismo. Existen, no obstante, excepciones a esta idea general. Hay circunstancias en las que el suicida, antes de morir, mata a otros que no desean morir, como en el llamado suicidio ampliado en depresiones con síntomas psicóticos y en dramas pasionales en los que el homicida-suicida presenta un trastorno mental generalmente del espectro depresivo.
Mito 13: Cuando una depresión grave mejora ya no hay riesgo de suicidio
Consecuencia negativa de este mito: este mito ha costado no pocas vidas, pues lo que lo aplican desconocen que en los deprimidos suicidas el componente motor mejora primero que el componente ideático.
Criterio científico: Casi la mitad de los que atravesaron por una crisis suicida y consumaron el suicidio, lo llevaron a cabo durante los tres primeros meses tras la crisis emocional, cuando todos creían que el peligro había pasado. Ocurre que, cuando la persona mejora, sus movimientos se hacen más ágiles, por lo que está en condiciones de llevar a cabo las ideas suicidas que aún persisten; mientras que, antes, debido a la inactividad y a las dificultades para moverse con soltura, le resultaba más complicado consumar el suicidio.
Mito 14: Suicidarse es un acto de cobardía
Consecuencias negativas de este mito: Lleva a valorar de manera muy negativa a la persona que está inmersa en una crisis suicida. No se le ofrecerá comprensión y ayuda. No aliviaremos el sufrimiento del paciente
Criterio científico: Quienes han decidido quitarse la vida son personas que llevan largo tiempo librando una gran ‘batalla’ en su interior, han perdido la esperanza y sufren mucho.
Mito 15: Acercarse a una persona con crisis suicida sin la debida preparación, contando solo con el sentido común, es perjudicial y se pierde el tiempo para un abordaje adecuado
Consecuencia negativa de este mito: Limita la participación de voluntarios en la prevención del suicidio.
Criterio científico: Si el sentido común nos hace asumir una postura de paciente y atenta escucha activa con reales deseos de ayudar al sujeto en crisis a encontrar otras soluciones que no sean el suicidio, se habrá iniciado la prevención, aunque posteriormente lo conveniente es orientar, derivar o acompañar a la persona a un profesional adecuado que esté preparado para trabajar terapéuticamente con su situación.
Si con este artículo hemos contribuido para que puedas variar al menos mínimamente algunas de las ideas que pudieras tener sobre el comportamiento suicida nos damos por satisfecho. Todos, al margen de ideologías morales, religiosas, etc., y aunque no seamos responsables de la conducta suicida de cualquier persona, podemos hacer algo para prevenirla teniendo algunas nociones claras, los ojos más abiertos para ver y los oídos mejor orientados para escuchar.
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