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La sexualidad es lo que tú quieras que sea

Nuestra forma de considerar la sexualidad es producto de lo que hemos aprendido en nuestras relaciones con los demás. A la vida sexual llevamos todas nuestras defensas, nuestros trastornos de la confianza, nuestras actitudes respecto al amor y al odio. No podemos afrontar de verdad nuestra sexualidad hasta que sabemos qué clase de personas somos.
La dinámica del vínculo del contacto con el otro, es decir, la forma en cómo nos apegamos y cómo nos separamos de alguien (que comenzó a formarse en el primer contacto que tuvimos con nuestra madre, donde todo eran sensaciones y emociones), forman probablemente el núcleo de los rasgos de la personalidad en general, y de la personalidad sexual en particular.
Los procesos para conocerse a uno mismo, ya sea individualmente, en pareja o en grupo, con o sin la ayuda de un terapeuta o de alguien que nos guíe, nos llevan a conocer, y posteriormente a aceptar o rechazar, las respuestas de, entre otras muchas, las siguientes preguntas:
¿Que nos gusta y atrae del otro?
¿Qué rechazamos? ¿Que nos complementa?
¿Lo que rechazamos también nos complementa?
¿Por qué lo que nos atrae pasado un tiempo lo rechazamos?
¿Por qué nos sorprendemos cuando descubrimos que lo que siempre hemos rechazado nos atrae?
¿Confiamos en el otro? ¿Tememos el rechazo?
¿Cómo nos protegemos ante el miedo? ¿El deseo nos da miedo?
La sexualidad eres tú, tu forma de ser, por tanto, es lo que tú quieras que sea:
  • Un producto valioso o despreciable.
  • Un medio de procreación.
  • Una defensa contra la soledad.
  • Una forma de comunicación.
  • Un instrumento de agresión (control, poder, castigo, sumisión).
  • Un deporte.
  • El amor.
  • El arte.
  • La belleza.
  • Un estado ideal.
  • El mal.
  • El bien.
  • Un lujo.
  • Un recreo.
  • Una recompensa.
  • Una huida.
  • Una fuente de propia estimación.
  • Una forma de expresar afecto (maternal, paternal, fraterno, o simplemente humano).
  • Una forma de rebelión.
  • Una fuente de libertad.
  • Un deber.
  • Un placer.
  • Una comunión con lo universal.
  • Un éxtasis místico.
  • Un deseo o una experiencia relacionados con la muerte.
  • Una senda de paz.
  • Una causa.
  • Una forma de abrir caminos o de explorar.
  • Una técnica.
  • Una función biológica.
  • Una manifestación de salud o de enfermedad psíquica.
  • O una simple experiencia sensorial.

 

Las actitudes, las actividades y las fantasías sexuales constituyen la manifestación más evidente de la personalidad que tenemos. A través de ellas mostramos si preferimos fundamentalmente funcionar solos o actuar de acuerdo con otros, o ponemos de relieve si nos gusta la sumisión, la dominación, la dependencia, la conquista, la cooperación, etc.
En la vida sexual expresamos nuestro ser más desnudo y nuestra forma más básicas de relacionarnos con los demás.
Basado en un artículo del Psiquiatra-Psicoterapeuta José Díaz Morfa sobre personalidad y sexualidad.  
Conocer más sobre el autor del artículo original:

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