Sobre todo dificultades emocionales, del tipo que sean, que provocan malestar, angustia, miedo y/o sufrimiento. Y buscan al Psicólogo-Psicoterapeuta o bien por iniciativa propia o bien porque alguien se lo recomienda: un amigo, un familiar, un profesional del área de la salud, etc.
Cuando se tiene un problema emocional, una conversación con un amigo, con un familiar, o con cualquier persona de confianza, puede ser muy terapéutica, y si el vínculo con dicha persona es sano y ésta tiene capacidad empática, de contención y de comprensión, es incluso muy recomendable.
Sin embargo, cuando se acude a un Psicólogo, a un Psiquiatra o a un Médico especializados en Psicoterapia, éste tiene la formación y la capacidad para generar una experiencia terapéutica (con empatía, contención y comprensión) que facilita a la persona que pide ayuda que pueda resolver, entender, prevenir, mejorar, superar, etc., sus dificultades, para que vea su vida desde otros puntos de vista y adquiera nuevas herramientas y recursos, tanto internos y como relacionales, que le generen armonía, paz y satisfacción con uno mismo.
En muchas ocasiones, estas dificultades pueden convertirse en problemas que conllevan síntomas psicopatológicos, es decir, se pueden convertir: en estados molestos de ansiedad o angustia, en reacciones de tristeza o depresivas, en sentimientos de soledad, en comportamientos adictivos (tomar bebidas alcohólicas, tomar drogas, jugar a juegos de azar, consumir pornografía, etc.), en conductas alimentarias inadecuadas, reacciones agresivas e irascibles frecuentes, estados prolongados de estrés, etc. Si las dificultades perduran en el tiempo pueden convertirse en trastornos psicopatológicos.
Los fármacos, prescritos y controlados por un Médico o por un Médico Psiquiatra, pueden ser en muchas ocasiones de gran ayuda para paliar o eliminar los síntomas de ansiedad, los síntomas depresivos, comportamientos compulsivos, comportamientos adictivos, etc. Igualmente, los fármacos también tienen efectos secundarios que hay que tomar en consideración a la hora de tomarlos.
Sin embargo, para muchas personas esta opción es insuficiente, ya que los síntomas disminuyen o desaparecen durante un tiempo y luego vuelven, a veces incluso con más fuerza. Los fármacos no cambian por sí mismos los estilos de pensar, sentir y comportarse de las personas.
Muchos trastornos emocionales tienen su origen en las vivencias que ha tenido la persona a lo largo de su vida, por este motivo merece la pena indagar qué propició o está propiciando que las dificultades emocionales persistan en la actualidad. Si el trastorno no tiene su origen en las vivencias de la persona, y es de carácter más orgánico, muy probablemente las vivencias y las emociones negativas asociadas a ellas afecten al trastorno, acentuando a veces la intensidad del mismo.
Una vez empiezan a trabajarse las dificultades emocionales, y a través de las vicisitudes del proceso terapéutico, éstas empiezan a perder intensidad, y tienden a desaparecer los síntomas y los trastornos psicopatológicos asociados a ellas. O, en el caso de trastornos de otra índole (de carácter más orgánico), las emociones inadecuadas dejan de afectar negativamente, e incluso una emocionalidad positiva puede ayudar a la mejoría.
Dependiendo de la intensidad del malestar emocional se puede combinar la prescripción de fármacos y la Psicoterapia. Por eso, si es necesario, se lleva a cabo la derivación y coordinación con un Médico o Médico Psiquiatra para que la ayuda a la persona sea la más completa y eficiente posible.
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